Errores y aciertos del «caso Zapata»

Guillermo Zapata, ese concejal de cultura y deporte de Madrid que dimitió, el pasado lunes 15, tras salir a la luz algunos de sus tuits con un contenido más que desagradable, escritos desde hace hasta 4 años.

Llego tarde y lo sé. Tampoco me convence la inmediatez de análisis en las «crisis», así que me ampararé en esta idea para, una semana más tarde, poder decir que, en mi humilde opinión, estos son algunos de los:

Errores:

1. No, los tuits no tenían, ni tienen, ninguna gracia.

2. No, el asunto no era tan grave. Eran unos tuits «torpones» de hace 4 años, no un asunto de Estado. Que nos gusta un drama…

Pero gracias a este issue podemos hacer el análisis más interesante de la situación, que pocos han hecho (sí, claro, Nacho Vigalondo, al que le suena la historia y con quien tiene cierta relación). Que las redes sociales forman parte de nuestra vida y de nuestra historia y, lo más interesante, que somos nosotros los que estamos dando forma y poniendo las barreras al desarrollo de las nuevas formas de comunicación social. Eso sí es interesante.

3. Zapata: no te masturbes en público. A ver cómo explico esto… Lo de las estancias divididas en las casas nos viene de la revolución industrial. Sabed. O eso decía un libro que he leído recientemente. Antes, supongo que al inicio de la era feudal, las familias vivían juntas en una misma estancia, en la que comían, dormían, copulaban o hablaban delante del resto de sus compañeros de vivienda. Luego llegó la privacidad, y se nos generó la necesidad de tenerla, hasta que pasó a ser un derecho. A día de hoy, si una persona adulta se masturbara en público delante de las personas con las que convive se le atribuirían ciertos problemas psicológicos, cuanto menos. Esta evolución ha tardado siglos; Twitter se creó hace 9 años. No sé si me seguís…

  • 3.1. Los límites del humor negro los busca uno en su casa, o con sus colegas. No en Twitter
  • 3.2. Twitter es muy nuevo, pero ha nacido en un contexto muy concreto (S.XXI y todo lo que conlleva) que hay que tener en cuenta
  • 3.3. No hacía falta que exploraras los límites del humor negro, Guillermo. Estaban bastante claros teniendo en cuenta que lo hacías en público. Llámese a lo público Twitter o utilizar un megáfono en la Puerta del sol. Te molabas, te hacías gracieta, y lo sabes. Molarse no es punible, pero es ahí donde tienes que buscar los límites. Ahí es donde, en Twitter, todos tenemos que buscar los límites.

4. El blanco es más fácil si no es bonito. Parece superficial, pero es que lo somos. El físico, la imagen, no le ha acompañado (pensamiento: ¿qué hubiera pasado si Zapata hubiera sido una chica y su físico hubiera estado en esa línea?, ahí lo dejo). Un físico similar (y mucho) para ser humorista, véase el loco de las coles, va bien. Para ser concejal, por lo visto, no.

Zapata y el loco de las coles
Parecidos razonables: Zapata y el loco de las coles

5. No haber borrado el timeline al «ir para concejal». No sólo tú, Zapata, eres un novato en redes sociales. Lo somos todos y no vamos a ser capaces de evaluar el contexto. Quizá dentro de unos años esto esté superado, ahora no.

6. Tener a gente explotada leyendo tuits de los adversarios políticos de hace cuatro años. ¡Menudo trabajazo! (por no hablar de la pérdida de tiempo en quedarse en el pasado). Sólo espero que a nadie le toque dentro de unos años tener que examinar el Twitter de Errejón, porque con núcleos irradiadores y demás vainas locas, podría explotarle la cabeza.

Aciertos:

1. La dimisión. Por imagen del partido, porque haces coherentes las críticas que se han hecho hasta ahora, porque era lo que tocaba, porque en otros sectores el despido está a la orden del día por asuntos mucho menos dolorosos, porque la dimisión debería estar mucho más normalizada. En Alemania, hace no mucho tiempo, un político dimitió porque se descubrió que utilizó su coche oficial, en viaje oficial, para transportar (únicamente transportar) una alfombra que había comprado (con su dinero personal). ¡Dimitió! Este análisis es populista, pero real, y hay que hacerlo. Aquí nos han robado, se han reído de nosotros, han faltado a muchos de nuestros derechos como ciudadanos y no ha dimitido ni pichirri. Asumir responsabilidades es primordial. ¿Sólo por imagen? Es que eso ya es mucho…

2. La reacción de Irene Villa. Pudiendo hacer de esto algo personal, ha quedado como el aceite. Educada, inteligente, intachable. Bravo.

3. Nadie ha puesto en duda, realmente, que este chico fuera antisemita ni nada parecido. Sus mensajes negando que lo fuera han sido adecuados, por supuesto, pero eso se daba por sentado. Los siguientes mensajes reactivos para su defensa no han sido contundentes, y difícilmente podían serlo, porque eran demasiado subjetivos y se movían en un contexto en el que no somos maduros. Pero es buena señal, para todos, que haya cosas que veamos sólo «torponas» y sepamos que no nacen de raíces que ya están superadas por la inmensa mayoría.

4. Las marcas ya saben que las redes sociales son importantes. Los políticos no acaban de ser conscientes. Se lo dicen, lo oyen, pero… bah. Sería bueno, también, que este tipo de cosas no les llevaran a medir demasiado, impostar, porque aunque seamos prudentes en nuestras redes sociales, también deberíamos ser naturales y directos al usarlas. Quizá esto nos haga prestar más atención al lenguaje, contenido, y, en general, a la inclusión de las redes sociales en nuestra comunicación. Y digo de una forma natural porque, lo contrario, se nota.

Rajoy Tuitero
Rajoy jugando a las nuevas tecnologías

5. Un nuevo hito en el manejo de redes sociales. Entre todos estamos escribiendo esta historia, y es muy positivo que haya ejemplos para el análisis. Para descubrir que esto del Twitter no es como nos pensábamos: un pseudo-anonimato que da derecho a todo. El autocontrol, espero, nos llevará a evitar los linchamientos públicos a los que, por desgracia, nos estamos acostumbrando. Porque hay gente con gracia (en Twitter mucha) (muchísima) (e increíblemente ocurrente y rápida) (y eso es estupendo), pero no todos tenemos vocación de humoristas y sí todos somos responsables de nuestras palabras públicas. Deberíamos serlo más de nuestros actos, que son los realmente importantes (de ahí la falta de gravedad de este asunto), pero dar pasos es fundamental.

El análisis es importante. Pero seguir trabajando lo es más.