El mejor regalo de reyes: «let´s do it»

Se llama Antonio. Tendrá unos 80 años. Y es un sabio.

Yo trabajo a tomar por saco. También es cierto que vivo en el centro y para mí “a tomar por saco” es dentro de la M30.  Para Elena, una persona de mi equipo que vive más allá de Móstoles, nuestro trabajo está en el centro. Todo en esta vida es cuestión de perspectiva/expectativas, “de hecho, debería existir una palabra que integrara el significado de las dos, porque las expectativas sin perspectiva y viceversa, no pueden hacerte feliz“; eso me lo dijo Antonio allá por septiembre.

La cuestión es que vuelvo en metro a mi barrio y el trayecto es lo suficientemente largo como para mantener una conversación. ¿Larga? O no.

  • “Hoy has salido más tarde que de costumbre”, me dijo Antonio.
  • “Tú también”, le contesté.

Y los otros 20 minutos estuvimos en silencio. Esa fue nuestra primera conversación… hará un año. Llevábamos casi dos coincidiendo en el mismo vagón. Al tiempo me contó que él va a Bambú, nuestra parada origen de metro, a cuidar a sus nietos por la tarde. No me contó nada más. Ni cómo eran sus nietos, ni si sus hijos trabajaban mucho y por eso le pedían que se quedara con ellos, ni cuánto tiempo llevaba haciéndolo. Ni nada más. Sólo eso. Se baja más allá de mi parada de destino, pero nunca he sabido dónde. Tampoco se lo he preguntado, la verdad.

Antonio es parco en palabras. Pero las que dice, las clava. Nunca quiere matar silencios incómodos, porque para él no lo son, supongo. Medirá un metro setenta escaso, le queda el pelo justo para saber que es canoso y tiene cara de pajarillo bueno. Los ojos pequeños y una voz muy suave por la que él sabe perfectamente que entre las estaciones de Chamartín y Valdeacederas no puede ni intentar que se le escuche. Mucho traqueteo.

Una, desconfiada y que lee demasiado la sección de sucesos, al principio evitaba volver a sentarse cerca de él. A él le dio exactamente igual. Siguió sentándose donde solíamos hacerlo y leyendo. Siempre va leyendo un libro o el periódico. Y sólo levanta la vista cada tres paradas (a veces cada cuatro) para ver por dónde va.

Al mes se me pasó la tontería, y volví a sentarme a su lado. Durante ese mes yo había estado leyendo “Matar un ruiseñor”, y cuando volví a sentarme a su lado estaba con la biografía de Donald Trump. Él había estado leyendo “Un mundo feliz”. Que una cosa es que sea desconfiada y otra que deje de cotillear qué libro van leyendo mis compañeros de vagón. Tuvimos un par de conversaciones de cuatro frases antes de esta.

  • Vaya cambios, hija
  • ¿Perdona?
  • De Atticus a Donald Trump
  • (Me reí)
  • En fin, cada uno lee lo que le viene en gana. Eso es estupendo
  • Me la han dejado. La verdad es que no tengo ni idea de cómo es este tío

Silencio durante dos paradas.

  • Me produce curiosidad -no sé bien por qué, volví a hablar-. Donald Trump, digo.
  • Mira su pelo. Todo es cuestión de complejos. No hay nadie malo, sólo gente con complejos que no sabe asumir.

Iglesia.

  • Hasta mañana.
  • Hasta mañana.

Desde entonces hemos tenido varias miniconversaciones sobre los libros que leíamos. Nunca sobre si nos está gustando o no. O sobre si hemos leído este u otro libro; eso sólo lo pregunta la gente que quiere demostrar que ha leído más. Los dos sabemos que él ha leído mucho más que yo. Nunca hemos hablado del tiempo que hacía, ni de si el metro había tardado más o menos, ni de cómo nos iba la vida. Sólo de cosas realmente importantes.

  • Esa señora coincide mucho con nosotros en el vagón últimamente. Quizá deberíamos meterle en el club de lectura.
  • Tiene ebook. Es una moderna.

Por ejemplo. Y seguimos leyendo.

Nos saludamos con una sonrisa. Hay días en los que ni hablamos. Pero reconozco que cuando voy a su lado, antes de entrar y sin que me vea, me quito los cascos. «Let´s do it», de Ella Fitzgerald, es una de las canciones que suenan con frecuencia en mi MP3.

La noche anterior a la de Reyes, cuando volvía a casa, vi que Antonio bajaba rápido las escaleras porque perdía el metro. Llegó a tiempo para cogerlo pero no lo suficientemente rápido como para ver que me quitaba los cascos. Y era otro. Llevaba un traje de raya diplomática que le quedaba un poco grande. Con las solapas demasiado anchas. Calculo que no lo usaba desde hará una o dos décadas. Olía a una colonia que no suele utilizar. Y se habría peinado unas 200 veces, porque su poco pelo estaba más que alineado. Y una rosa en la mano.

Sonrisa.

Bambú, Chamartín, Plaza de Castilla y Valdeacederas. Leemos en silencio. Tetuán: esta es la mía.

  • Vas hecho un pincel.
  • Gracias.

Estrecho. Alvarado y no suelta prenda. Me veo obligada a romper el código. La curiosidad me invade.

  • Mañana reyes…
  • Sí.

Joder Antonio. Sí que te cuesta. ¡Necesito saber! Cuatro Caminos. Y por fin…

  • Tengo mi primera cita desde que enviudé hace 10 años.

Me planteo muy seriamente no bajar en mi parada. Ríos Rosas ya está aquí.

  • ¿Cómo le has conocido?
  • No seas cotilla.
  • (Me río)

Iglesia. Le miro. Creo que es la primera vez que le miro a los ojos mientras le hablo de cerca.

  • Suerte.
  • Gracias.

Llevo unas 48 horas con sonrisilla. Hoy, durante la comida con mi familia, me he acordado de Antonio. He pensado que igual había pasado una noche muy loca y me he sonreído más todavía.

I’m sure giraffes on the sly do it
Even eagles as they fly do it
Let’s do it, let’s fall in love

Antonio existe. Pero no sé si se llama Antonio, eso me lo he inventado. Nunca hablamos de cosas que no son importantes, y el nombre que a uno le ponen cuando nace no lo es.

Vuelta al cole

Disculpad mi ausencia. Estaba siendo feliz. Pero el temido día de la vuelta al cole ha llegado. Es mañana, 16 de agosto, después de 3 semanas sin madrugar, mirando el reloj una vez cada dos horas, con playa y olor a humedad salada, de jajas, con gente querida y sandalias y faldas, con sonrisa de loca y moreno de Tina Turner… Mañana es 16 de agosto. Todavía me quedan unas 14 horas y la fase «ira y llantos» llegará hoy sobre las 20:00 h. Hasta entonces, la fase es otra: alternativas.

La premisa es: ¿trabajo para realizarme como ser humano? ¿para socializar y fortalecer mi dignidad? ¿trabajo porque quiero sentirme útil en un mundo que construye unido?. Incorrecto. Trabajo por la pasta. Volvamos pues a las alternativas.

  1. Braguetazo. 
    1. Pros: todos.
    2. Contras: ninguno. Socialmente se acepta (de forma incorrecta) que el «braguetazo pasivo» (entiéndase como que una vez dado, se dedica uno a la noble actividad de la nada) anula intelectualmente al promotor. ¿Votos a favor? No el mío, desde luego. Se puede viajar y… a mí sólo me daría por ahí, pero también servirían cursos de macramé o de teatro de marionetas. El tiempo es un bien muy preciado que puedes valorar también mientras ves el lanzamiento de martillo durante dos horas en las olimpiadas sin que eso signifique ser mejor ni peor que nadie.
    3. Plan de acción: El público objetivo, una vez más, es fundamental. Pero ¿dónde están, quiénes son, qué hacen, cómo acceder a ellos? Ni la más remota. Estoy buscando CEO´s en Linkedin y me salen más CEO´s que seres humanos habitan la tierra. (Nota mental: soy la única toliga que ha puesto toda la verdad en Linkedin. Cambiar eso). Continúo con esta línea de investigación mientras barajo más alternativas.
  2. Emprender.
    1. Pros: puedes petarlo en dos años y vender.
    2. Contras: se dice, se rumorea, que no es tan sencillo.
    3. Plan de acción: el término emprendedor es difuso. Ahora mismo se considera emprendedor a todo aquel que haga una app, pero no al que monta una floristería en su barrio. Sí lo es si la floristería tiene servicio a domicilio y puedes pedir tu geranio en una app que haga un marketing muy loco. Para que haya emprendimiento, por lo tanto, tiene que haber app. Bien. Y ahora viene lo de tener la idea. LA IDEA. ¿Una app para pedir que un tío venga a buscarte al aeropuerto cuando vuelves de viaje y te abrace? ¿Una app que te consuele en tu día anterior a la vuelta al cole? ¿Una app que te de ideas sobre apps con las que emprender porque buscas alternativas a tu día a día? ¿Una app para pedir que un tío venga a abrazarte a las 12 a.m. de tu primer día de trabajo mientras lloras?. Estoy demasiado tocada por mi situación actual como para pensar claramente. Más alternativas.
  3. Delinquir.
    1. Pros: tenemos varios ejemplos públicos de que puede ir muy bien.
    2. Contras: hay una competencia brutal. Bastante más que en el emprendimiento.
    3. Plan de acción: el robo bis a bis me da cierto pudor. Parece algo personal. Mucho mejor el robo generalizado. Para afiliarse a un partido político basta con hacerlo por Internet, pero necesitas el aval de dos afiliados. Para todo hay que tener contactos en esta vida… y yo no los tengo. ¿Hay más alternativas?.
  4. Loterías y apuestas del Estado. Azar. Ruleta rusa (avanza la tarde y la desesperación aprieta).
    1. Pros: inmediatez.
    2. Contras: estadística en general. Cierto reparo a la muerte en el último caso.
    3. Plan de acción: mañana, a más tardar, caen Euromillones, Primitiva, Bonoloto y apuestas hípicas.
  5. Afrontarlo con dignidad.
    1. Pros: es lo sensato, maduro, más inteligente.
    2. Contras: nooooooo quierooooooo!!! mamáááá!!! socorroooooo!!!! nooooo quierooooo!!!
    3. Plan de acción: escribir un post, recibir apoyos (espero, y los pido, por favor), y seguir viendo el lanzamiento de martillo bloqueando pensamientos negativos, forzándome al despiste y centrándome en que… ¡¡joder con la polaca!! ¡¡más de 80 metros!! ¡¡qué jabata!!.

A los que estéis en mi situación: ánimo y contad conmigo para cualquiera de estos planes.

A los que os vais ahora de vacaciones: ahí os pique una medusa y se os olvide poneros crema en los empeines.

Os mantendré informados si alguno de los cauces abiertos dan fruto.

Mañana, estéis donde estéis, si ponéis atención al despuntar el alba podréis oír un grito grave y ahogado, desesperado, que nace en las entrañas de Chamberí y que queriendo cagarse en el capitalismo, preguntarse dónde conocer a José Luis Moreno, frustándose y regocijándose en la incapacidad del dolor y la impotencia, sólo acierta a decir: «¡¡¡so-co-rroooooo!!!».

La política actual: una suerte de páramo

Ayer, de cañas con una buena amiga y, en el tono de profundidad intelectual que caracteriza nuestras conversaciones, le decía:

  • Elena, ¿qué cojones es un páramo? ¿Por qué en todas las novelas cuando están describiendo el escenario de la siguiente escena te hablan del páramo? ¿En qué momento de nuestra vida decimos esa palabra? «Ey, ¿quedamos en el páramo?». «Ayer fui al monte y nos comimos unos bocatas en el páramo». No lo entiendo.

Elena, que también lee toda la mierda que ponen a su alcance y sabe estar a la altura de una conversación literaria excelsa, me decía:

  • Es mucho peor el «una suerte de…». Eso sí que no lo ha dicho nunca nadie en su sano juicio en la vida real. En la novela con la que estoy ahora hay un personaje, al que describen como un zoquete, que de repente te suelta (de hecho, cada tres páginas dice algo así como): «conformé una suerte de vaso con mis gélidas manos». Claro. Muy normal todo.

Después de eso, no voy a engañaros, pasamos a debatir si los bares modernos compran a posta las sillas de su padre y su madre para demostrar que son modernos o las roban en colegios de la antigua EGB y comedores sociales. Pero una, que es muy dada al pensamiento abstracto (o lo que es lo mismo, a dar vueltas a las gilipolleces), volvió a casa con ese runrun mientras miraba Twitter. El hashtag estrella de los políticos de ayer, en este caso de Unidos Podemos, era #laSonrisadeunPaís. Leí también una crítica al vídeo de campaña de Ciudadanos, #HéroesAnónimos (que como idea me parece buena, he de decir; quizá mejor para la anterior campaña, pero buena). Descubrí que Pedro Sánchez ha cambiado su foto de portada y ahora tiene a unos jóvenes felicianos mostrando carteles de plasticurri en los que pone «Sí». No se sabe a qué, pero «sí». Y Mariano… que corre rápido por Extremadura…

Ahí me di cuenta de lo peligroso que es mezclar la publicidad con la comunicación mal entendida, sobre todo en política. Eliminar el contenido del mensaje y cambiarlo por otro que queda bonito pero en nuestro día a día se traduce en… «una suerte de páramo».

Páramo

No voy a entrar en el discurso populista de que esa gente tiene que hablar de qué va a hacer con gran parte de nuestros sueldos (que lo pienso), sino en el daño que han hecho Risto Mejide, los publicistas, los de relaciones públicas y toda esa gentuza… «la marca personal». Los partidos políticos ya se comportan completamente como marcas, y los políticos como cantantes de pop. ¡Pero ojo! ¡que esto es en campaña! Porque luego llegan al poder y a ver dónde queda toda esta pantomima.

Una pantomima que reconozco que me divierte horrores (al fin y al cabo, soy gentuza), pero que no puede hacernos perder la noción que me preocupa que estemos dejando tan en un segundo plano: un PP con problemas graves de corrupción, un PSOE sin ideología ni propósito firme, un Podemos con ideas de perogrullo y que confía en un dinero público que no hay y un Ciudadanos con simpatizantes pero sin tropa contundente en filas que se vende al mejor postor.

Como diría mi jefa: «que los árboles no nos impidan ver el bosque». Que una suerte de páramo no nos pierda en el comentario rápido y el chiste fácil, que lo que nos jugamos nos afecta. Y mucho.

La contraevolución

Ojito que este post es el origen del que será mi primer premio nobel. Y si no, al tiempo.

  1. Observación: Darwin, ese hipster inglés que escribió sobre «el origen del hombre y las especies».
  2. Inducción: ¿todo lo que hace un científico es ciencia? Dicen que el ajedrez es un deporte. No hay más preguntas, señoría.
  3. Hipótesis: Darwin, el hipster inglés ese, no dio una.
  4. Experimentación: aquí quería yo llegar.

Yo creía en ese puto hipster. Lo de la evolución natural tenía todo el sentido del mundo en mi cabeza. El cuello de las jirafas, los guiris que la diñan haciendo balconing… todo tenía sentido. Pero de repente, un domingo con lumbago te pones a leer sus teorías (cada uno invierte sus domingos de lumbago en lo que quiere) y se encuentra con:

Las chorreces que dijo el bueno de Charles:

«Resulta así que los holgazanes, los degradados y, con frecuencia, viciosos tienden a multiplicarse en una proporción más rápida que los próvidos y en general virtuosos»

  1. Darwin, tuviste 10 hijos. Háztelo mirar, a ver si vas a ser un degradado de esos.

«En algún periodo del futuro, no muy distante, como en cuestión de siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo»

  1. ¿»Como en cuestión de siglos», Darwin? ¿Aprox.? ¿Vaya tela, no?
  2. Lo importante: esta mierda del darwinismo social es el origen del movimiento eugenésico. Así surgió la Sociedad Eugenésica («el predominio de una raza fuerte»), a la que pertenecieron cuatro de los hijos de Darwin. Eso se llama enchufe, Darwin, no supremacía. La supremacía del enchufe, si acaso.

«El hombre es más valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva. Su cerebro es absolutamente más grande». «Si se hicieran dos listas sobre los hombres y mujeres más eminentes en la poesía, la pintura, la escultura, la música (tanto en composición como en interpretación), la historia, la ciencia y la filosofía, con media docena de nombres en cada materia, las dos listas no podrían ser comparadas».

  1. Se me ocurre, así, a bote pronto, que el que a la mujer no se le permitiera profesionalmente escribir, ni pintar, ni hacer esculturas, ni componer ni interpretar música, ni se le permitiera tener un papel en la historia, ni en la ciencia ni en la filosofía, tiene algo de relación.
  2. Melendi.
  3. No puedo parar de pensar en Emma Darwin, la mujer y prima (y que luego hable de genética…manda primates…) de Charles. Me la imagino cuando Charles llega a cenar:
    • «Hola Emma. Hola muchachos. Hoy he estado en mi laboratorio con los monetes y he descubierto que los negros y las mujeres son limitaditos. Al menos más que nosotros, los hipsters».
    • Emma asiente, pide la sal a su 7º hijo, y le sigue queriendo. Si esto no es supremacía, que venga Dios y lo vea.

Pero a lo que iba. El punto fuerte de Darwin: la evolución.

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5. Antítesis: «Vamos patrás», y tengo pruebas. Lo vengo pensando desde hace un tiempo, no os creáis, y tengo pruebas irrefutables. Puedo resumirlas en algunos titulares:

  • Avión egipcio secuestrado. Habla el autor de la foto con el raptor. «Pregunté si me podía hacer una foto con el secuestrador y él se encogió de hombros».
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Los hombres blancos son una raza superior, ¿no, Charles
  • «Duelo de manifestaciones en Madrid para apoyar a los finalistas de ‘GH VIP'»
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«Darwin cita una clasificación craneométrica en la que describe a los europeos con la mayor capacidad intelectual»
  • «Donald Trump gana en Florida, Illinois y Carolina del Norte»
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El hombre blanco con pelazo vale por 1000

6. Tesis:

Contraevolución
«La contraevolución»

Hemos tocado techo, amigos. Ahora toca volver al mono. Si no os he convencido (lo dudo), entrad en Twitter y observad qué es trending topic, escuchad a Marhuenda o a Pablo Iglesias, mirad las audiencias de Sálvame o buscad en Google el sueldo de Cristiano Ronaldo.

«An American monkey, after getting drunk on brandy, would never touch it again, and thus is much wiser than most men«. Charles Darwin

En mi caso, me quedo tranquila. No voy para mono.

 

5 claves del lenguaje positivo

Al lío.

1.Lo positivo atrae. Vale, hasta aquí no hemos descubierto la rueda. Prometo esmerarme más en los otros 4. ¡Pero esto tiene su punto! Leía el otro día que en la Antigua Persia se sacrificaba a los mensajeros que traían malas noticias, y a los que traían buenas, les agasajaban con comilonas y festejos. A ver… tampoco es esto… Pero no hace falta leer muchos libros de psicología para saber que nos gusta más rodearnos de gente que hace bromas, con la que te ríes, que afronta la vida con ganas y ve retos en los problemas que hacerlo de gente que se queja constantemente, critica por doquier y pfff… pereza. Le decía hace un rato a mi hermano que creo que ahí está la clave del éxito de programa de Bertín:

  • Oye macho, ¿y tú de dónde eres?
  • De Murcia
  • Murcia… ¡qué tierra!, ¡qué maravilla!, ¡qué buena gente, macho! ¿Y cuál es tu comida favorita?
  • Los puerros
  • Los puerros… ¡qué cosa más estupenda!, la variedad de verduras y legumbres es fascinante, ¡qué bien los puerros, macho!
bertin osborne
Un macho, macho

Luego una se pone a pensar por qué triunfa entonces Sálvame. Como es algo que nunca entenderé, paso al

Punto dos. Aunque a veces lo parezca, el lenguaje positivo no es característico de gente tonta. Sin acritud, Bertín, que no va por ti ni mucho menos. Pero… ¿cómo se imita a las rubias en los chistes? «Jajaja, ¿síii? ¡qué guay!» El positivismo muchas veces se asocia a la simpleza, al menos en primeras impresiones. He de decir que la gente más inteligente que he conocido en mi vida utilizaba un lenguaje positivo. ¿Simple? Más bien sencillo, eficaz. No estamos hablando de un «¡vamos equipo!» sin ton ni son y meado fuera de tiesto (aunque a veces, dependiendo de a quién te dirijas, funcione), sino de un «francamente, creo que lo estamos haciendo muy bien y podemos conseguirlo». Porque:

3. El lenguaje positivo tiene contenido. Forma parte de una estrategia. No se trata de sumar exclamaciones y poner :). Al menos no exclusivamente. Se trata de una actitud en el lenguaje (verbal y no verbal -luego vamos con esto-) basada en el pensamiento. Es decir: hay una decisión previa que utiliza el lenguaje positivo como herramienta para implementarla. Que me gusta a mí un ejemplo: pongamos que hay un problema. Algo ha salido mal. La decisión está en el proceso a desarrollar: buscar responsables antes que soluciones o buscar soluciones antes que responsables. La articulación de esta última decisión se traduce en un lenguaje de búsqueda, de equipo, de esfuerzo, de valor. En un lenguaje positivo, que construye. Pero ojo, que

4. Vuelvo a Sálvame. Aun los que no vemos la tele (espero que esto no lo lea ningún cliente ni mis jefes) sabemos de qué va el programa, y sabemos que tiene una audiencia BRUTAL. Aún sin entenderlo del todo, creo que tiene algo de sentido porque el lenguaje negativo seduce, aunque no construya. Hoy en JotDown publican un artículo de Noemí López que asegura que el odio es como el negro, combina con todo. El lenguaje negativo es más fácil, y en el corto plazo hace más gracia. El peligro es no saber detectarlo, no diferenciar la audiencia a la que te diriges, no limitarlo, molarte y acostumbrarte a él.

Miércoles por la noche cuando llegas a casa y saludas a tu pareja:

  • ¡Hola! ¿qué tal?
  • Cansadísimo…

Vale. Es normal.

Casadomo
*Fotografía de casadomo.com

Lunes por la mañana cuando ves a un compañero de trabajo:

  • ¡Hola! ¿qué tal?
  • Cansadísimo…

Vale. Pero martes:

  • ¡Hola! ¿qué tal?
  • Derrengado… Ayer salí a las mil, he dormido fatal…

Bueno, volvamos a intentarlo el miércoles:

  • ¡Hola! ¿qué tal?
  • Pfff… agotado.

El jueves y el viernes le pregunta Rita.

Para llorar hay un cuarto
*Las fotos de monetes son patrimonio de la humanidad

Y 5. ¿Con un lenguaje positivo se nace o esto se hace? Sí, hay un factor importante educacional. Si en tu casa y en tu grupo de amigos más íntimos el lenguaje que impera es positivo, esa es tu tendencia. Pero si no lo es, y quieres, puedes modificarlo. ¿Cómo? Lo siento, Cuatro, pero dicen los expertos que 21 días son insuficientes, que se necesitan 66 días para adquirir un hábito. Aun así, no parecen demasiados.

Punset, que es un hombre con el que me casaría alegremente, suele decir que hay formas muy concretas de provocar la positividad. Por ejemplo, en cuanto al lenguaje no verbal, dice que la alegría puede llevarte a la sonrisa pero que la sonrisa también puede llevarte a la alegría (por una movida muy loca de hormonas, supongo que endorfinas, que segregas y demás) (me quiero casar tanto con él que hay veces que no me quedo con lo que dice y sólo le miro con cara de amor). Prueba 66 días a sonreír más y probablemente eso te conduzca a estar más contento y adquirir ese hábito.

Sospecho que con el lenguaje verbal pasa lo mismo: prueba a no quejarte, a no criticar (que no a no ser crítico) y a no cargar negativamente tus conversaciones durante esos días y probablemente las cuestas no sean tan duras. Gracias, muy bien, sigamos, qué bonito, claro que se puede, ¡buenos días!… palabras y frases que marcan un rumbo que cuando se desvía puede también corregirse: es verdad, ¿qué hacemos para solucionarlo?.

66 días desde hoy es el 11 de mayo. Inténtalo y me cuentas. Si el resultado es positivo, yo, que soy rubia, te diré: «Jajaja ¿Síii? ¡qué guay! :)»

Línea 1: me la van a dejar hecha un #potosí

Analicemos.

Bien sabéis que Itzitadas no es un blog de hablar por hablar. Analicemos, pues, empíricamente.

Hoy nos despertábamos con la noticia de que la línea 1 de metro va a estar cerrada por obras desde mayo hasta septiembre. Mayo, junio, julio, agosto y septiembre hacen 5. 5 meses como 5 soles.

5Meses-800x800

Cada día tiene 24 horas. En este tipo de trabajos se doblan turnos para que las molestias a los ciudadanos sean mínimas (eso decían en sus carteles, y en los carteles siempre se dice la verdad). 5 meses son 150 días. 150 días son 3600 horas.

Sigamos.

El tramo a arreglar es de 13,5 km, 135.000 metros.Son 25 estaciones.

Pongamos que hay, y tiremos por lo bajo, 2 personas trabajando por cada turno en cada estación y otras dos en los túneles que van entre ellas. Suman 98 personas. Bien.

98 personas dedicando 3600 horas a trabajar, hacen un total de 352.800 horas. Insisto. He sido realmente conservadora. 135.000 metros de Metro a arreglar en 352.800 horas da para dedicar una hora a cada 40 centímetros.

Esto es: vamos a tener soterrados a seres humanos durante 5 meses dedicando una hora de sus vidas a arreglar 40 centímetros de túnel.

¿¿¿¿No es maravilloso???? ¡¡¡Van a hacer locurones ahí dentro!!!

Hoy en la comida lo he estado comentando con mi cuñada. Sospechamos que quieren darnos una sorpresa y en septiembre descubriremos que toda la línea 1 (estaciones y túneles) tienen mosaicos romanos hechos a mano. Puestos piedrita a piedrita y encajados con superglue. En los techos van a hacernos frescos con imágenes de querubines de mejillas sonrosadas. Las papeleras y los bancos van a estar orientados conforme al feng shui y los van a poner al principio de las obras para que al finalizarlas ya sean vintage.

Sí, pensábamos eso, pero nos hemos quedado cortas. Porque…

Aun siendo conservador con el número de trabajadores, hay que tener en cuenta que las obras no son lo que eran. Hace ya 5 años, en China, se hizo este edificio entero en 2 días. Si ellos hacen un edificio en 2 días, ¿¡¿Qué no haremos nosotros en 5 meses, Señor?!?

¡Qué nervios!

¿Harán estaciones temáticas conforme a su nombre? ¿Cortarán las manos a todos los obreros que hayan participado en tamaña fastuosidad al acabar la obra para garantizar la exclusividad?

En serio. Yo esta noche no duermo. ¡¡Vamos a tener una línea de metro histórica!!

Postdata, que lo he vuelto a pensar: he dicho conservadora con los dos trabajadores por estación, ¡pero que con tener a un señor manco de Murcia en 5 meses puedes hacer maravillas también! ¡Madre mía qué nervios!

 

Mariano, coño, que eres mano

¡Pero qué día el de ayer!

Cuatro que han estado faltándose al respeto sistemáticamente desde hace demasiados meses (de aquellos polvos, estos lodos y el donde dije digo digo Diego), ahora se tienen que sentar en la misma mesa y jugar sus cartas. Que son estas:

mesa.png

Empieza la partida. Mus corrido y sin señas.

Mariano, que es mano. A ver. Hay que darle más énfasis a esto, que para algo es el título. Mariano, que es mano, pasa la baraja a su derecha. Esto es, se da «mush».

Mariano: tienes pares y juego (31 real, de hecho), y eres mano. Mariano… (Siento repetir tanto su nombre, pero quiero reforzar el hecho de que… ay, Mariano).

Mariano máxima tensión
«Bueno, pues a ver qué pasa…»

Lo de ponerte de lado, no dar la nota, el «Arriolismo», transmitir el papel de hombre bondadoso (que nadie duda), registrador y buen padre, haber cogido tu bocata de paté y haberte puesto en una esquina del patio en el recreo a hablar con el profesor y decirle que nadie quiere jugar contigo… ya no puede ser tu estrategia. No tienes madera de líder, vale, pero por el amor de Dios, haz algo.

Porque si no, pasa lo que pasa. Que de repente el postre se echa órdago.

Mientras Rajoy cuenta batallitas de su mili para perder el tiempo en la partida y ver si los del PSOE se cargan a Sánchez (sí, voy a la investidura. No, no voy. Como os iba diciendo, hice un amigo llamado Manolo, de Jaén, encantador…).

  • ¡Órdago!

Iglesias (madre mía, qué intenso es este hombre) que nunca había jugado al mus y que se pasa las reglas, en general, por el forro de la casta, va y se echa órdago sin dejar hablar a su compañero, Pedro, que debía hablar antes, pero que sigue sumando para saber si tiene juego («los caballos se valen 10. Son dos, así que 20. Más 6, 26. Y 5…» ¡órdago!.

  • ¡Pero Pablo! ¡Que eres postre!
  • Voy contra el orden establecido, ¿qué pasa?
Pablo intenso
¿Intenso yo?

Y entonces Pedro, en vez de frenar a su compañero, que ha aprovechado el órdago para faltarle («la sonrisa del destino», Pablo hijo, que no eres twittero, que ahora eres político), se lía a decirle que las cosas no se hacen así, pero que bueno, que igual, pero ya veremos…

Otro igual. A ver, Pedro: ha opinado sobre lo que tienes que hacer con tus cartas ya medio bar. Te están dando collejas hasta los que entran a por tabaco. Súmalas a las de tus «barones» (cómo me gusta esa palabra), que «te tienen» el cogote rojo ya. Si tu estrategia es forzar que Rajoy fracase para provocar unas nuevas elecciones, piensa en si van a volver a presentarte a ti y en, si lo hicieran, las posibilidades que tienes de ganar más votos que en las anteriores. Yo sospecho cosas.

Para insultaros estáis, y habéis estado, todos muy sueltos, pero ninguno tiene la firmeza suficiente porque, una vez más, falta liderazgo.

Gañán
¡¡Gañáaaaaaaaan!! (nada que ver con el post, pero es una foto real de un vídeo real del PSOE que tiene demasiada gracia como para no ponerla)

 

Y eso es lo preocupante de esta partida. Que los dos que deberían estar llevándola, ambos con pares y buen juego, en vez de pensar en la cantidad de gente que les ha votado a pesar de los pesares para que hagan su trabajo, y respetarles, están haciendo tiempo para ver si el camarero les pone otro sol y sombra.

Y luego está Rivera. Que antes de repartirse las cartas dijo 20 veces «ya veréis, en la primera mano me llevo la vaca» y el pobre está con dos pitos, cuatro, cinco, y con grandes y emocionantes oportunidades de… llevarse la chica en paso.

Rivera trasnochao
Yo… yo… iba a quedar segundo… yo…

Ahora… lo que no acabo de entender es lo de que ahora resulte que ha sido mus visto y vuelva a repartirse según Felipe, que quiere volver a hablar con ellos la semana que viene. Porque aquí todos quieren ganar tiempo, vale, pero nosotros no tenemos la culpa de que se hayan faltado tanto y ahora no quieran herir su orgullo ni dar pasos en falso. Que si vuestros compromisos electorales los vais a romper todos sí o sí, el tiempo es incertidumbre y la bolsa no entiende de bocatas de paté, ni de barones, ni de órdagos… pero sí de incertidumbre.

Para el que no sepa de mus: primero, muchas gracias por llegar hasta aquí; segundo, esto sería algo así como jugar al cerrojo siendo el Madrid o el Barça. Feo, sobre todo feo, y, aun conservador, arriesgado, porque como el Sporting te meta un gol desde el centro del campo, tu afición se va a enfadar mucho, y con razón, contigo.

Aclaración y cierre: el Sporting me cae mucho mejor que el que intentó el triple ayer. Sirva la comparativa por su «reciente» ascenso a primera, por el que les felicito encarecidamente.
Aclaración a la aclaración: este dato lo he buscado en Google, porque no tengo la menor idea de fútbol.
Aclaración y cierre 2: hasta donde tengo entendido, Adolfo Suárez (que tendría sus cosas, pero un grande indiscutible), consiguió que se aprobara la Constitución que sigue vigente en un gobierno en minoría… Nosotros ya votamos e hicimos nuestro trabajo. Ahora quizá os toca a vosotros no forzarnos a gastarnos un dineral en otras elecciones y más encuestas de TVE1.

 

 

 

 

 

China: tenemos tanto que aprender

Lo veo taaaaan claro.

La semana pasada China nos dio una lección a todos que no hemos querido asumir: el cierre automático. 

Tuvisteis que leerlo. China aplicó el mecanismo automático de suspensión de las bolsas «por caso de movimientos bruscos» dos veces la semana pasada. ¿Y esto qué es? Muy sencillo. Que si sube o baja la bolsa más de un 7%, ale, se cierra y punto.

Desde el punto de vista económico tiene menos sentido que presentar a los Gemeliers al Nobel de física, sí, porque la bolsa se mueve por percepciones y miedos, vaaaale. ¡Pero la idea en sí es brillante!.

Cierre bolsa china
El cierre de la bolsa china

Ponte que vas a currar, un martes, por ejemplo. Enciendes el ordenador, lees los correos pendientes, ninguno con buenas noticias, y a lo largo de las primeras horas la cosa no mejora. A eso de las 10 y media te llama un cliente, o quien sea, y te da una mala noticia. Cuelgas. ¡Pero serio! sin cara de pena ni nada. Apagas el ordenador, te pones el abrigo, te asomas al despacho de tu jefe, hasta mañana, hasta mañana, sales con gesto impertérrito y ¡oye! pues a casa.

¡Brillante!

Otro poner. Ponte que tienes novio. Y hoy es… miércoles, por ejemplo. Has tenido mucho curro hasta ahora y no has podido hacerle el caso suficiente como para darte cuenta de que algo le pasaba. Te hubieras dado cuenta si hubieras hecho un cierre automático en el curro como Dios manda el martes, pero no voy a eso. El miércoles te manda un Whatsapp a las 10 y media de la mañana (que es la hora a la que tienen sentido los cierres automáticos) en el que pone: «Tenemos que hablar».

Para mí esto ya sería motivo de cierre chino. Pero ponte que además de tener mucho curro no te enteras de la misa la media y contestas:

  • Dime
  • ¿cenamos esta noche?

Y vas a la cena. Y no habla demasiado, ni pregunta qué tal el día, y en los entrantes te dice: «he estado pensando…«. ¡No le dejes seguir!. Gesto impertérrito, sacas 10 eurillos de tu bolso (que una cosa es cerrar a lo chino y otra a la francesa), los dejas encima de la mesa, te pones el abrigo, le sonríes y ¡oye! pues a casa. Y si vives con él cambias la cerradura y listo.

Chino listo
Pensadlo…

Y esta es mi propuesta de hoy. Aplicable, por supuesto, a recibos del banco, conflictos amistosos, preguntas del Trivial sencillas que te van a dejar en mal lugar, problemas con el ordenador, que seas incapaz de abrir la bolsa del Día y no seas de esa gentuza que se chupa los dedos para separarla… ¡sirve para todo!. El sentido común, la lógica, el buen hacer, asumir retos, aprender de los errores y todos esos inventos están sobrevalorados. Los chinos han dejado de hacerlo, pero nosotros no deberíamos…

 

El mejor regalo de reyes: «let´s do it»

Se llama Antonio. Tendrá entre 75 e infinitos años, no sabría calcularlo. Y es un sabio.

Yo trabajo a tomar por saco. También es cierto que vivo en el centro y para mí «a tomar por saco» es dentro de la M30.  Para Elena, una persona de mi equipo a la que pronto conoceréis todos porque va a petarlo en el mundo de la radio y que vive más allá de Móstoles, nuestro trabajo está en el centro. Todo en esta vida es cuestión de perspectiva/expectativas, «de hecho, debería existir una palabra que integrara el significado de las dos, porque las expectativas sin perspectiva y la perspectiva sin expectativas, no pueden hacerte feliz«; eso me lo dijo Antonio allá por septiembre.

La cuestión es que vuelvo en metro a mi barrio y el trayecto es lo suficientemente largo como para mantener una conversación. ¿Larga? O no.

  • «Hoy has salido más tarde que de costumbre», me dijo Antonio.
  • «Tú también», le contesté.

Y los otros 20 minutos estuvimos en silencio. Esa fue nuestra primera conversación… hará un año. Llevábamos casi dos años coincidiendo en el mismo vagón. Al tiempo me contó que él va a Bambú, nuestra parada origen de metro, a cuidar a sus nietos por la tarde. No me contó nada más. Ni cómo eran sus nietos, ni si sus hijos trabajaban mucho y por eso le pedían que se quedara con ellos, ni cuánto tiempo llevaba haciéndolo, ni se quejó. Ni nada más. Sólo eso. Se baja más allá de mi parada destino, pero nunca he sabido dónde. Tampoco se lo he preguntado, la verdad.

Antonio es parco en palabras. Pero las que dice, las clava. Nunca habla por hablar, ni quiere matar silencios incómodos, porque para él no lo son, supongo. El silencio es otra forma de hablar, pero sin palabras. Medirá un metro setenta escaso, le queda el pelo justo para saber que es canoso y tiene cara de pajarillo bueno. Los ojos pequeños y una voz muy suave por la que él sabe perfectamente que entre las estaciones de Chamartín y Valdeacederas no puede ni intentar que se le escuche. Mucho traqueteo.

Una, desconfiada y que lee demasiado la sección de sucesos, al principio evitaba volver a sentarse cerca de él. A él le dio exactamente igual. Siguió sentándose donde solíamos hacerlo y leyendo. Siempre va leyendo un libro o el periódico. Y sólo levanta la vista cada tres paradas (a veces cada cuatro) para ver por dónde va.

Al mes se me pasó la tontería, y volví a sentarme a su lado. Durante ese mes yo había estado leyendo «Matar un ruiseñor», una novela muy crítica con el racismo estadounidense durante la Gran Depresión, y cuando volví a sentarme a su lado me estaba leyendo una biografía de Donald Trump. Él había estado leyendo «Crimen y castigo» y «Un mundo feliz». Una cosa es que sea desconfiada y otra que deje de cotillear qué libro van leyendo mis compañeros de vagón, ¿vale?. Tuvimos un par de conversaciones de cuatro frases antes de esta.

  • Vaya cambios, hija
  • ¿Perdona?
  • De Atticus a Donald Trump
  • (Me reí)
  • En fin, cada uno lee lo que le viene en gana. Eso es estupendo.
  • Me la han dejado. La verdad es que no tengo ni idea de cómo es este tío.

Silencio durante dos paradas.

  • Me produce curiosidad -no sé bien por qué, volví a hablar-. Donald Trump, digo.
  • Mira su pelo. Y lo peor es que no es peluca. Todo es cuestión de complejos. No hay nadie malo, sólo gente con complejos que no sabe asumir.

Iglesia. Mi parada.

  • Hasta mañana.
  • Hasta mañana.

Desde entonces hemos tenido varias miniconversaciones sobre los libros que leíamos. Nunca sobre si nos está gustando o no. O sobre si hemos leído este u otro libro; eso sólo lo pregunta la gente que quiere demostrar que ha leído más que tú. Los dos sabemos que él ha leído mucho más que yo. Nunca hemos hablado del tiempo que hacía, ni de si el metro había tardado más o menos, ni de cómo nos iba la vida. Sólo de cosas realmente importantes.

  • Esa señora coincide mucho con nosotros en el vagón últimamente. Quizá deberíamos meterle en el club de lectura.
  • Tiene ebook. Es una moderna.

Por ejemplo. Y seguimos leyendo.

Nos saludamos con una sonrisa. Hay días en los que ni hablamos. Pero reconozco que cuando voy a su lado, antes de entrar y sin que me vea, me quito los cascos. Esta es una de las canciones que llevo en el MP3. Y te pido, querido lector, que te la pongas mientras lees lo que viene ahora.

La cuestión es que ayer por la noche, cuando volvía a casa, vi que Antonio bajaba rápido las escaleras porque perdía el metro. Llegó a tiempo para cogerlo pero no lo suficientemente rápido como para ver que me quitaba los cascos. Y era otro. Llevaba un traje de raya diplomática que le quedaba un poco grande. Con las solapas demasiado anchas. Calculo que no lo usaba desde hará una o dos décadas. Olía a una colonia que no suele utilizar. Y se habría peinado unas 200 veces, porque su poco pelo estaba más que alineado. Y una rosa en la mano.

Sonrisa.

Bambú, Chamartín, Plaza de Castilla y Valdeacederas. Leemos en silencio. Tetuán: esta es la mía.

  • Vas hecho un pincel.
  • Gracias.

Estrecho. Alvarado y no suelta prenda. Me veo obligada a romper el código. La curiosidad me invade.

  • Mañana reyes…
  • Sí.

Joder Antonio. Sí que te cuesta. ¡Necesito saber! Cuatro Caminos. Y por fin…

  • Tengo mi primera cita desde que enviudé hace 10 años.

Me planteo muy seriamente no bajar en mi parada. Ríos Rosas ya está aquí.

  • ¿Cómo le has conocido?
  • No seas cotilla.
  • (Me río)

Iglesia. Le miro. Creo que es la primera vez que le miro a los ojos mientras le hablo de cerca.

  • Suerte.
  • Gracias.

Llevo unas 24 horas con sonrisilla. Hoy, durante la comida con mi familia, me he acordado de Antonio. He pensado que igual había pasado una noche muy loca y me he sonreído más todavía.

The chimpanzees in the zoos do it
Some courageous kangaroos do it
Let’s do it, let’s fall in love

I’m sure giraffes on the sly do it
Even eagles as they fly do it
Let’s do it, let’s fall in love

P.D. Antonio existe. Pero no sé si se llama Antonio, eso me lo he inventado. Nunca hablamos de cosas que no son importantes, y el nombre que a uno le ponen cuando nace no lo es.